martes, 23 de octubre de 2012

AUTORRETRATO





Subject: AUTORRETRATO
Date: Thu, 13 Sep 2012 02:10:57 +0000

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Soy, porque creo en lo que hago. De origen Mexicano, y al contrario de mi primer apellido; De cabellera suave, color "Simpson" y de tez color "Gasparín", ojos minimizados y párpados que me sirven de sombrillas a la perfección. Una nariz imponente y un tanto aguileña, parecida a un tobogán, escasos labios, pero de buena carne, cejas como zanahorias y pestañas largas pero de cristal. Mis uñas como la manzana de Blancanieves y mi estatura, como sus 7 acompañantes. Con manos promedio y pies de tortilla. Más que un palillo dental, menos que un Elefante.
Muchos dirían insensible, yo me catalogo de corazón de metal, con sentimientos posiblemente maleables. Cursi a la potencia cero, de estómago ambulante, orgulloso perpetuo, familiar algunos días, de mundo vanal hasta la muerte, egoísta hasta el himeneo, pero amigable todo el año. Brillante de pensar, incalculable, pésimo de expresión, creativo sin oficio, ocioso de profesión. Soy como el juego de solitario, pero en divertido. Dormilón de vocación y musical de ímpetu, con transparente dirección, sincero por naturaleza y aveces imprudente por costumbre. Analítico y metódico por siempre, pero veloz y activo por competencia. Con ganas de ganar y orillar al decadente enemigo. Pasional como el fuego, adicto al mismo, maniático nato y lindo de careta. Torpe para ingerir, todo se me cae, amante de la luna y de todo el que actúa hacia mi, para bien o para mal. Bipolar de sueño y centrado de veracidad. En fin, soy por que hago en lo que creo.

viernes, 19 de octubre de 2012

El samurái y el roedor (ADAPTACIÓN)1

• Por  Verónica Medellín C.
(Estudiante de 1.er Semestre de Preparatoria)

Un samurái tenía en su casa un ratón del que no podía deshacerse. De tanto pensar cómo librarse del pequeño roedor, decidió adquirir un magnífico gato, robusto y valiente. Después de algún tiempo el samurái se dio cuenta de que aquel fornido micho era demasiado lento para el astuto y ágil ratón. Esto lo llevó a conseguir un nuevo felino, más rápido e inteligente, para por fin desembarazarse del molesto mur. Al cabo de unos días, el samurái descubrió con sorpresa la extraña amistad del gato y el roedor. El samurái, muy contrariado, echó de la casa al inútil gato y consultó a varios aldeanos sobre la mejor manera de acabar con el ratón.

Por casualidad, un perro díscolo llegó a la casa del samurái y pronto se puso a cazar al ratón, con más hambre que convicción. Todos los esfuerzos del lebrel fueron en vano, por lo que se hizo necesario reintentar el  recurso del gato que —como sabemos— es el enemigo natural de ratón.

El nuevo minino se pasaba el día durmiendo y el cínico roedor se llenó de confianza; sin embargo, el día menos pensado el gato atrapó al ratón de un certero zarpazo, jugueteó con él, lo mató y lo devoró.

Con esto se demuestra que la fuerza y la técnica de nada sirven sin la persistencia y la astucia del espíritu.¬ 


1Texto producido en el  Taller de Lectura y Redacción I del  Bachillerato  "Manuel Concha".

jueves, 11 de octubre de 2012

CALAVERAS





Por Malaq Ben Ariel
(Seudónimo)
Llegó la Parca al Marista
con los primeros fulgores:
Comenzó pasando lista
a alumnos y profesores.
 El Hermano Víctor Reza
–por ser aquí el anfitrión–
conminó  a la Flaca aviesa
a “tentarse” el corazón.
—Sólo tendré compasión
si me das en matrimonio
a un Hermano “querendón”
que lleva por nombre Antonio.
—No está en mis manos hacerte
la donación que me pides,
pero puedo complacerte
si por otro te decides.
—Puedo entregarte, si quieres,
al maestro Alberto Antonio;
si algún reparo tuvieres:
fíjate en su patrimonio.
Ante tal resolución,
se fue la Flaca doncella
–a rumiar en el panteón–
lo inútil de su querella.

miércoles, 3 de octubre de 2012

LA CAJA

  Por Héctor M. Cosenza

Estaba viendo la televisión cuando tocaron el timbre. Cuando me asomé a ver quién era, sólo encontré una caja de madera. Iba a dejarla allí, pero la curiosidad fue más fuerte que yo, así que la metí a la sala. Era una caja pequeña, antigua y emanaba un olor como de perfume viejo.
    Decidí levantar la tapa del bizarro regalo que un generoso ser invisible, había hecho llegar hasta mi puerta. Ahí dentro, para mi suerte, hallé una etiqueta con el nombre de María Emelia Ramos Morín, que es precisamente el nombre de mi abuela. Hasta comencé a sudar.
Inmediatamente llamé a mi nona por teléfono, para preguntarle con tremendos escalofríos y mi voz titubeante, la razón del envío de la misteriosa caja. —"Hola, mi'jita" dijo como siempre; así que, como siempre, contesté: —"Abue, soy Héctor". Después de saludarme correctamente y dirigiéndose hacia mí, le pregunté sobre el sospechoso envío y ¡vaya sorpresa que me llevé cuando me dijo que ella nunca había tenido una caja como la que le describí y que por tanto, era imposible que ella la hubiese enviado.
    Con la cabeza aún más revuelta, traté de dirigirme al segundo artefacto dentro de la caja, una serie de fotografías borrosas y en tonalidad   sepia, en las cuales se observaban mis abuelos maternos cargando a mi madre siendo una niña, mi abuela materna, con mi padre, hace aproximadamente 10 años y una donde se observaba un señor un poquitito arrugado, con los párpados caídos, las canas como hilos de plata, y unos lentes enormes de botella. Era la única foto a color.

    Sólo para descartar opciones, pegunté a mi madre sobre las fotos y me dijo que ella nunca las había visto, pero sí había soñado con ellas, en repetidas ocasiones. En ese preciso momento, corrí hacia la cocina, donde estaba mi padre, y le pregunté sobre la fotografía del anciano. Los ojos de mi padre se llenaron de lágrimas y su boca delgada emitía una sonrisa de esperanza. —"La recibiste", dijo él con tremenda emoción, a lo que agregó: —"Lee la carta".

    Con un sentimiento de plenitud, y un hueco que interrogaba mi raciocinio, regresé a la sala de televisión, agité la caja y encontré un tercer regalo. Una carta que decía:
                       
     "Noviembre de 1989
Niño Moreno Cosenza: Persíguelo. No sueltes tu instrumento. Hoy se decide el camino y estás en él. Felicidades. Jamás abandones la melodía, ni dejes que tus primos lo hagan. Tú tienes la encomienda del don que más envidio, mi más anhelado deseo, y mi más grande frustración: La música.
                 Armando Moreno Sánchez"

Claro, ahora todo tiene sentido. Con una carta escrita el año y mes de la boda de mis padres, mi abuelo que falleció hace 11 años, pide a mí y a mis hermanos que sigamos el camino musical. No sé cómo ni de dónde fue enviada la caja... aún. Gracias, hilos de plata, por el don de la música. Mi hermana se encuentra estudiando música, mi hermano toca la guitarra mejor que cualquiera y lo hace de oído y yo estoy a punto de convertirme en Dj.
Gracias, Armando Moreno.¬